La periostitis tibial es una lesión frecuente, sobre todo en corredores o deportes con saltos repetidos, personas que comienzan a entrenar bruscamente o que aumentan de forma repentina la intensidad del ejercicio. Se manifiesta como un dolor en la parte interna de la tibia (hueso entre la rodilla y el tobillo) y puede volverse muy limitante con el paso del tiempo. Desde Vitae, fisioterapia en el Rincón de la Victoria, te explicamos qué es, por qué aparece y cómo abordarla de forma eficaz desde la fisioterapia.
Qué es la periostitis tibial
La periostitis es una inflamación del periostio, la membrana que recubre el hueso. En este post nos referimos a la tibia porque es su manifestación más frecuente. Es una lesión común en deportistas, especialmente en corredores y practicantes de actividades de alto impacto repetitivo.
Cursa como un dolor difuso o localizado en la cara interna de la tibia, generalmente en la parte más cercana al tobillo. La musculatura que se inserta en la tibia puede generar una tracción constante sobre el periostio en actividades de impacto repetido, como ya hemos comentado. Si no se trata adecuadamente, puede cronificarse o evolucionar a condiciones con un tratamiento y una evolución más lentos.
Cuáles son los síntomas de la periostitis tibial
- Dolor en la cara interna de la tibia, especialmente en la zona distal.
- Molestia que aparece al iniciar el ejercicio y mejora con el calentamiento (en fases iniciales).
- Dolor que se mantiene o aumenta con la actividad física continuada.
- Sensibilidad al tacto o presión sobre el borde medial de la tibia.
- Posible inflamación leve o sensación de quemazón en la zona.
- Rigidez matutina o tras períodos de reposo prolongado.
Causas y factores de riesgo por las que se origina
Como ya hemos comentado, la periostitis tibial suele aparecer por una sobrecarga mecánica repetida sobre la tibia por tracción de la musculatura o por la vibración del impacto.
Las causas más comunes incluyen un aumento brusco del volumen o intensidad de entrenamiento, correr en superficies duras, calzado inadecuado o mala técnica de carrera.
También pueden influir factores anatómicos, como déficits de fuerza o movilidad o falta de descanso entre sesiones.
Diagnóstico de la periostitis tibial
Valoración desde la fisioterapia
Desde la fisioterapia, el diagnóstico se basa en una anamnesis detallada, en la que se analiza el tipo de dolor, su evolución y los factores que lo agravan o alivian. Se complementa con una valoración funcional, incluyendo palpación específica de la tibia, pruebas de movilidad, fuerza muscular y un análisis de la técnica de carrera o de la pisada, si es necesario.
En ciertas ocasiones el fisioterapeuta puede apoyarse en la ecografía para observar cambios a nivel óseo.
Diagnóstico médico y pruebas de imagen
Para confirmar el diagnóstico o descartar lesiones como una fractura por estrés, el profesional médico puede solicitar pruebas de imagen. Las más utilizadas son la resonancia magnética (RM), por su capacidad para visualizar inflamación, edema óseo y daños en tejidos blandos, y la gammagrafía ósea, útil en fases más tempranas para detectar zonas de sobrecarga ósea.
Tratamiento: la importancia de la fisioterapia
El abordaje fisioterapéutico de la periostitis tibial es clave para aliviar los síntomas y, sobre todo, corregir las causas que provocaron la sobrecarga. El tratamiento se divide en dos fases principales:
Fase inicial: Control del dolor y la inflamación
En esta etapa, el objetivo es disminuir el dolor y la irritación del periostio. Para ello se pueden emplear técnicas como la terapia manual, radiofrecuencia (INDIBA), Sistema Superinductivo (SIS), neuromodulación o EPTE, en función de la valoración clínica.
Además, es fundamental la gestión adecuada de las cargas, ajustando el volumen e intensidad de la actividad física. Se puede comenzar con ejercicios sencillos de descarga y movilidad, evitando el impacto mientras se controlan los síntomas.
Segunda fase: trabajo funcional y prevención de recaídas
Una vez controlado el dolor, se debe pasar a una fase activa, centrada en mejorar los déficits detectados en la valoración. Esto incluye el trabajo de movilidad articular, fortalecimiento de la musculatura (especialmente del pie, tobillo y cadera), y el control motor durante la carrera o la marcha.
También se entrena la estabilidad lumbopélvica y postural, buscando una mecánica más eficiente y prevenir futuras sobrecargas. Esta fase es esencial para lograr una recuperación completa y duradera.
Consejos para prevenir la periostitis tibial
La mejor forma de prevenir esta lesión es con una adecuada gestión de las cargas de entrenamiento, evitando aumentos bruscos de volumen o intensidad. El descanso activo y el trabajo complementario en gimnasio (movilidad, fuerza, control motor) son claves, especialmente en deportes de impacto.
Ante molestias persistentes, acudir a un fisioterapeuta permite detectar y corregir sobrecargas antes de que evolucionen.
Además, en algunos casos puede ser útil un estudio de la pisada realizado por un podólogo, para identificar descompensaciones funcionales que predisponen a esta patología y actuar antes de que aparezcan los síntomas.
La periostitis tibial es una lesión frecuente pero evitable y tratable si se actúa a tiempo. Comprender su origen, detectar los síntomas iniciales y ajustar las cargas de entrenamiento son pasos fundamentales para evitar que se cronifique.