La Esperanza de vida
El aumento de la esperanza de vida ofrece oportunidades, no solo para las personas mayores y sus familias, sino también para las sociedades en su conjunto. En esos años de vida adicionales se pueden emprender nuevas actividades, como continuar los estudios, iniciar una nueva profesión o retomar antiguas aficiones. Por otro lado, las personas mayores contribuyen de muchas maneras a sus familias y comunidades. No obstante, el alcance de esas oportunidades y contribuciones depende en gran medida de un factor: la salud.
La evidencia indica que la proporción de la vida que se disfruta en buena salud se ha mantenido prácticamente constante, lo que implica que los años adicionales están marcados por mala salud. Cuando las personas pueden vivir esos años adicionales de vida con buena salud y en un entorno propicio, su capacidad para hacer lo que más valoran apenas se distingue de la que tiene una persona más joven. En cambio, si estos años adicionales están dominados por el declive de la capacidad física y mental, las implicaciones para las personas mayores y para la sociedad se vuelven más negativas.
Está demostrado, científica y empíricamente, que el entrenamiento de fuerza mejora el estado general y la salud de las personas adultas mayores, mejorando tanto sus relaciones sociales (más activos, más seguros, menos cansancio, más capacidad respiratoria, etc.), como su relación con el entorno. Tradicionalmente, el entrenamiento de fuerza estaba relacionado con el ámbito deportivo y era practicado fundamentalmente por los atletas, con el fin de mejorar su rendimiento.
Pero, ¿no buscan todas las personas mejorar su rendimiento en las acciones que llevan a cabo? Por ejemplo, una persona mayor buscará mejorar su rendimiento en las actividades de la vida diaria (subir/bajar escaleras, levantarse de una silla, tumbarse y levantarse del suelo, desplazarse, etc.), mientras que un atleta busca mejorar sus acciones deportivas específicas (correr, saltar, lanzar, botar, esquivar, chutar, etc.).
¿Y qué beneficios pueden obtener los adultos mayores entrenando la fuerza muscular?
El entrenamiento de fuerza es capaz de mantener y mejorar la capacidad funcional en el adulto mayor y, de esta forma, interferir de manera positiva en el desempeño de sus tareas cotidianas de forma autónoma, además de aportar distintos beneficios como:
– Prevenir enfermedades metabólicas tales como diabetes, hipertensión, Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
– Limitar la aparición de fracturas, retrasando o frenando la aparición de enfermedades óseas relacionadas con la densidad mineral ósea, como son la osteoporosis y osteopenia.
– Mejorar la calidad de vida en relación con patologías crónicas como artrosis y artritis.
– Retrasar la sarcopenia (pérdida de fuerza y masa muscular asociada al paso de la edad).
– Reducir cualquier tipo de mialgias y artralgias relacionadas con la pérdida de masa muscular y falta de flexibilidad articular.
– Mejorar la capacidad cognitiva, las relaciones sociales y sexuales, la seguridad en sí mismo/a, el equilibrio, la estabilidad y la marcha, y otras cualidades.
– Disminuir el riesgo de sufrir una enfermedad coronaria y accidentes cardiovasculares.
– Reducir el riesgo de caídas.
– Fortalecer el sistema inmunológico y así ayudar a prevenir catarros y enfermedades del aparato respiratorio y enfrentarse a ellas.