¿Has tenido en alguna ocasión a lo largo de tu vida la sensación de que el entorno gira alrededor tuyo, generando una fuerte sensación de incapacidad? ¿Este síntoma se acompaña de dolor cervical, náuseas o cefalea? Puede que tengas vértigo.
El vértigo no es una patología en sí misma, sino un síntoma que puede venir derivado de diferentes afecciones. En ocasiones, los pacientes que presentan este problema (que limita de forma importante la calidad de vida) acuden a diversos especialistas en busca del origen. ¿Es la columna cervical la causante? ¿Es consecuencia de un problema del oído o nervioso?
Con esta entrada de blog intentaremos explicar los diferentes síntomas y tratamientos en estos casos, así como la estrecha relación entre los sistemas de nuestro cuerpo. Evidenciando la complejidad del funcionamiento del cuerpo humano y cómo es preciso un enfoque multidisciplinar en el abordaje del tratamiento.
¿Cuál es nuestra interacción con el entorno que nos rodea?
Para comprender la dinámica del vértigo es necesario hacer una breve explicación de cómo nos relacionamos con el entorno, los objetos que nos rodean y, en definitiva, la toma de conciencia de nuestra posición en el espacio. Para ello, es fundamental el buen funcionamiento y correlación de tres sistemas:
- Sistema visual: es el encargado de identificar la distancia a la que se encuentra un objeto y otras características como color, tamaño, etc.
- Sistema propioceptivo: a través de células específicas encargadas de recoger la información sensitiva de nuestra posición en el espacio, denominadas mecanoreceptores, el cerebro recibe y procesa esta información, así como la que está en relación con el tacto. En ocasiones puede verse condicionado por alteraciones de tipo postural.
- Sistema vestibular: por medio de este sistema (que se encuentra en el oído) y en función de cuál sea la posición de nuestra cabeza, las células en su interior la posicionan, a través de 3 conductos en uno u otro extremo de los mismos, proporcionando estímulos al sistema nervioso central en cuanto a nuestra posición. Cumplen también otras funciones como: aportar información acerca de cualquier aceleración o desaceleración angular o lineal, ayuda a la orientación visual y adecuación del correcto tono postural.
Por ello, como hemos mencionado antes, el correcto funcionamiento e interrelación entre estos 3 sistemas determina la exactitud de la información que recibimos a nivel sensorial sobre nuestra interacción con el espacio que nos rodea. Pero, ¿qué ocurre cuando uno de estos sistemas no funciona correctamente? Es probable que aparezcan tanto el vértigo como alguno de los signos y síntomas descritos anteriormente.
SÍNDROME VERTIGINOSO PAROXÍSTICO BENIGNO
Este síndrome es la causa de vértigo más común y aparece cuando las células del sistema vestibular, mencionadas anteriormente, al realizar un cambio posicional de cabeza o cuello, quedan mal posicionadas en alguno de los canales, aportando al sistema nervioso una información errónea que, en consecuencia, genera un conflicto con el resto de sistemas (propioceptivo y visual) desencadenando los posibles síntomas de vértigo, cefalea, náuseas, acúfenos, etc.
El diagnóstico ha de ser realizado por un especialista por medio de una serie de test o pruebas físicas encaminadas a valorar el equilibrio, reflejos oculares, propiocepción o posibles respuestas asociadas del sistema vestibular, además de diferentes pruebas como pruebas calóricas, rotatorias, electronistagmografía computerizada etc. Un otorrinolaringólogo puede realizar este examen para concluir en un diagnóstico diferencial entre vértigo paroxístico benigno, mareo o vértigo de origen cervical, neuritis (inflamación del nervio del oído), síndrome de meniere, etc. En ocasiones se prescribe medicación para disminuir o mitigar todos estos síntomas
Debido a la dificultad en el diagnóstico, en muchas ocasiones estos síntomas tienden a cronificarse generando una compensación de sistemas que derivan en alteraciones importantes del equilibrio, musculo-esqueléticas (columna cervical) y otros síntomas asociados, como problemas de ATM (articulación temporomandibular), cefalea, migraña, etc. Sin un abordaje global de todos estos síntomas, el paciente experimenta una importante disminución en su calidad de vida y a medio plazo un fuerte desgaste psicológico.
TRATAMIENTO
Como hemos mencionado, es necesario abordar esta patología de un modo global y multidisciplinar, atendiendo todos los síntomas derivados. Para ello, en VITAE y MOBILIUM basamos el tratamiento en 3 pilares:
Fisioterapia vestibular
Realizando diferentes maniobras de reposicionamiento canalicular, aprendizaje de ejercicios para mejorar el funcionamiento de los sistemas vestibular, propioceptivo y visual con la intención de normalizar el funcionamiento, tanto individual como simultáneo, de los 3 sistemas.
Terapia física
Es imprescindible esta terapia en la región cervical y ATM para disminuir el riesgo de recaídas, abordando posibles puntos gatillo miofasciales, contracturas, disfunciones articulares, limitaciones de movimiento, etc. Para ello, podemos usar un amplio abanico de opciones terapéuticas:
- Terapia manual y osteopatía.
- Ultrasonidos
- Magnetoterapia
- Punción seca.
- Electroterapia
- Electrolisis Percutánea Terapéutica (EPTE).
- Neuromodulación Percutánea.
- INDIBA
Ejercicio terapéutico
Los profesionales especializados en este campo pueden ayudar al paciente a la corrección postural, refuerzo de la musculatura inhibida, vuelta a práctica deportiva o vida diaria indicando, y supervisando las pautas correctas de readaptación y ejercicio físico, disminuyendo así en gran medida la posibilidad de reagudización de síntomas tanto a nivel vestibular como musculo-esquelética.